Muy señor mío: No ceso de admirar que un hombre como vuesa mer- ced esté titubeando entre el asenso¹ y disenso² al dicho popular de que el día martes es aciago³. Confiesa vue- sa merced que esta observación tiene todo el aire de vana y supersticiosa. Mas por otra parte la experiencia de algunos considerables infortunios que padeció en ese día le inclina a juzgar que no carece enteramente de fundamento. En un martes le llevó Dios a vuesa merced la mujer. En otro cayó vuesa merced en una grave enfer- medad. [...] que fundan Son muchísimos, a la verdad, los hombres reglas sobre las casualidades; pero estaba yo muy lejos de pensar que vuesa merced padeciese la más leve ten- tación de caer en este vulgar error. Hago juicio de que vuesa merced tenga de cuarenta y seis a cuarenta y ocho años de edad, tiempo que ha incluido más de dos mil cuatrocientos martes. Pues yo apostaré cualquier cosa a que en buena parte de este número logró vuesa merced días muy felices y gustosos. Pero estos no se apuntan, porque no tienen a su favor la preocupación. [...] Pero lo peor, señor mío, no está en que esta observación es falsa, sino que sobre esto es supersticiosa [...]. a) ¿Cuál es la superstición que analiza Feijoo en este fragmento?