Respuesta :
Hubo una época, grande y gloriosa, en la que Cali era Cali y lo demás era loma.
Y esto no era simplemente una frase bonita de una canción de moda, sino que era una realidad palpable. Era la ciudad cívica de Colombia, modelo de desarrollo urbano, de comportamiento solidario. Los caleños fueron los primeros en hacer cola para subirse a los buses. Un grupo de industriales de esta ciudad, antes que los paisas o los bogotanos, fueron pioneros de eso que hoy se llama responsabilidad social.
Lo que en su momento hizo la Fundación Carvajal en los barrios populares de Cali en favor de la niñez, la nutrición o la educación, sigue siendo ejemplo hoy de lo que es pasar de un modelo asistencialista, caritativo, importante sin duda, pero inútil a largo plazo, a uno productivo, coherente, responsable de trabajo social.
Todos en Colombia sentíamos envidia de la buena de Cali. Ciudad alegre, pujante, moderna, deportiva, joven. Todo eso era Cali.
Qué se hicieron los buenos alcaldes de la ciudad? Los Rengifo, Escobar Navia, Guerrero, Trujillo?.
Qué le pasó a la clase política de Cali? Toda la culpa la tuvo el narcotráfico que corrompió a tantos? O fue la guerrilla que con su sitio sobre la ciudad doblegó la capacidad de lucha de la clase dirigente? O fue el aumento desmesurado de su población en los últimos años que desbordó cualquier planeación?.
Yo, por supuesto, no tengo las respuestas. Apenas soy un enamorado de Cali que el otro día pasó por allá y sintió que Cali ya no era Cali. La ciudad se siente mal. Los semáforos no funcionan. Las vías están acabadas. Su empresa de servicios públicos, que fue ejemplo de buen manejo gerencial, hoy escasamente cumple su función cuando no está paralizada por una huelga.
Pero más allá de cualquier diagnóstico objetivo que pueda hacerse, que habrá muchos y los caleños dicen que los problemas de la ciudad están sobre-diagnosticados, se palpa en la gente desánimo, brazos caídos, resignación, indiferencia.
Quizás esta sea una percepción temeraria. O parcial. Quizás. Vi en el canal regional una iniciativa de los comerciantes y dueños de restaurantes de la Avenida sexta que se reunieron para limpiar las fachadas, arreglar los andenes, mejorar la zona. Esa es la actitud que se requiere para revertir las cosas. Sin duda habrá líderes jóvenes y empresas comprometidas que le están metiendo el hombro a la ciudad. Pero sentí esa sensación de abandono en un muy breve recorrido por Cali y me acordé del prestigio, la reputación y el liderazgo que esta ciudad emanaba sobre todo el país.
* * * * *.
De Alfonso López Michelsen siempre admiré su talante de disidente político e intelectual. A pesar de ser quizás el primer burgués de Colombia, papel que ni rehuye ni oculta y que, seguramente disfruta, su vida pública y su ideario político ha sido el de un disidente. Su primera candidatura presidencial en 1962, enfrentada al pacto frentenacionalista, fue calificada en su momento por la gran prensa liberal como subversiva .
Ese papel de político contestatario es la constante de su trayectoria pública. Y hoy, en la cumbre de sus 91 años, sigue dentro de esa línea. En medio del debate sobre reelección presidencial defiende un régimen parlamentario para Colombia; y en medio de la euforia nacional por la política de mano dura de Uribe contra la subversión, López sigue defendiendo el acuerdo humanitario con las FARC para la liberación de los secuestrados. Ojalá se cumpla su deseo de ver libres a estos compatriotas.