Por sí mismos, son fenómenos naturales que no afectan demasiado al
hombre. El movimiento de la superficie terrestre que provoca un
terremoto no representa un riesgo, salvo en casos excepcionales, pero sí
nos afectan sus consecuencias, ocasionando catástrofes: caída de
construcciones, incendio de ciudades, avalanchas y tsunamis.