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Discriminar a una persona por padecer alguna discapacidad o enfermedad, o simplemente por ser distinta en algo, es una práctica mucho más corriente de lo que se suele admitir.Para enfrentar las diversas formas en que se manifiesta se necesitan acciones que tiendan, por un lado, a disipar el temor que provoca lo diferente, lo desconocido -que es la base de la discriminación-, y a revertir el entramado cultural que descalifica a las mujeres y a las personas de más edad, por el otro.Según datos de un foro de ONG dedicadas a esta problemática, la principal causa de denuncias por discriminación durante 1997, en Capital y el conurbano bonaerense, fue la salud. Sobre un total de 2.000 casos estudiados, el 29,5% se trató de denuncias por temas de salud. El segundo lugar, con un 16%, lo ocupó la cuestión racial y el tercero, que representó un 15,5%, la discriminación laboral.En el rubro salud se incluyen la discapacidad, que motivó el 52,5% de las discriminaciones, seguida por el VIH/ sida -que sigue teniendo un peso significativo en materia de segregación-, la diabetes y la obesidad. Esta última había sido una causa de denuncias importante en 1995 y 1996.Las denuncias por discriminación racial, que crecieron mucho respecto del año anterior, tienen que ver con la nacionalidad, en primer término, y con el aspecto físico, en segundo. Brasileños, venezolanos, chilenos, bolivianos, colombianos y uruguayos sufrieron actos discriminatorios constatados.En cuanto a la discriminación laboral, hubo un notorio aumento de denuncias de mujeres, que fueron despedidas por quedar embarazadas, o para tomar hombres en su lugar, entre otros motivos. La salud, el aspecto físico y la edad también dieron origen a la discriminación en el ámbito del trabajo.Además de penalizar los actos concretos de discriminación que sean comprobables, es preciso, como frente a todo problema de índole social y compleja, dar una intensa batalla cultural para revertir las causas más profundas sobre las cuales se asienta el rechazo a lo diferente. La xenofobia y el temor irracional a las enfermedades contagiosas, por ejemplo, hablan de la falta de información apropiada sobre los verdaderos males y sus causas. En tal sentido, la escuela debería ser el ámbito más propicio para la integración de todas las diferencias y la formación integral en valores perdurables como la tolerancia, el respeto y la solidaridad. Trabajar contra la discriminación implica, además, promover una mayor igualdad en el goce de los derechos ciudadanos.
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