El modernismo aborda la realidad social desde una perspectiva rebelde, transgresora, idealista, concibe el mundo como una entidad que debe y va a ser transformada a partir de la creación intelectual.
En la América de esos años, la ruralidad cede espacios a la vida urbana, las ideas de emancipación económica, de progreso social, de riqueza y estabilidad, de equiparación con Europa, en condiciones de igualdad, hacen que el modernismo permee.
Esta relación entre lo que es el deber ser y lo que anhelan las nuevas élites latinoamericanas, conjuga un modernismo con características propias, de génesis cultural, de síntesis política, de creación original, de innovación en el campo de las artes, en la región.