ARTE MENOR
En el corazón tenía
la espina de una pasión;
logré arrancármela un día
ya no siento el corazón.
Guarde para su regalo
esta sentencia el autor:
si el sabio no aplaude, malo;
si el necio aplaude, peor.
¡Chust!, geniecillos, ¡qué empeño
de hablar si el poeta calla!
Estaba enhebrando un sueño
y me habéis roto la malla...
Sombra, triste compañera
inútil, dócil y muda,
que me sigues dondequiera
pertinaz, como la duda.