Porque las pinturas son suspensiones coloidales de partículas que protegen aquello que se pinta. Para que esa protección sea efectiva es necesario que las partículas queden uniformemente distribuidas por la superficie y se usa un disolvente que permita esa distribución. Una vez que la distribución es adecuada es necesario que esas partículas se adhieran a la superficie y eso se consigue si el disolvente es un líquido volátil, es decir, que pasa fácilmente a estado gaseoso, dejando a la partículas de la pintura depositadas y adheridas a las superficie sólida.