Los seres vivos, tanto animales como plantas, poseen en su organismos sistemas que les permiten percibir cualquier cambio que ocurra y que los afecte, y elaborar una respuesta adecuada con la finalidad de mantener su equilibrio y funciones adecuadas; es así como, por ejemplo, los cambios de temperatura desencadenan una respuesta compensadora para recuperar la temperatura a la que el organismo trabaja en óptimas condiciones.
Estos sistemas que captan los cambios, que pueden ocurrir en el medio interno del organismo o como influencia del medio ambiente (factores externos), dependen de receptores adecuados para determinar que cambio ocurre, y así elaborar la respuesta compensadora. A estos cambios que ocurren en el medio interno y externo se les denomina estímulos. Y todo estímulo desncadena una respuesta en consecuencia y un efecto en el organismo.
Estímulo → receptores orgánicos → respuesta → efecto
Cabe destacar que los receptores de cambios en el medio ambiente se denominan exterorreceptores (luz, sonido, tacto, olor, temperatura, presión) e interorreceptores (pH, concentración de oxígeno, temperatura) a los que responden a estímulos dentro del propio organismo.
Las plantas poseen exterorreceptores capaces de percibir cambios en la humedad y la temperatura ambiental; cuando la humedad disminuye por efecto de altas temperaturas, las plantas generaran una respuesta que será aumentar la cantidad de agua que absorben sus raices para mantener un funcionamiento adecuado y evitar la desecación.
En el caso de los animales, existen múltiples respuestas a los estímulos externos e internos: cambios externos como la temperatura, presión o presencia de gases tóxicos pueden hacer que se modifique el flujo sanguíneo, que se active el reflejo de la sed, o modificaciones en la frecuencia cardiaca y presión arterial e incluso el patrón respiratorio.
Un mecanismo muy común es la respuesta que ocurre ante los estímulos dolorosos, captados por los nervios sensitivos, y elaborando una respuesta motora específica a los músculos para alejarse de dicho estímulo, cuyo efecto será la desaparición del dolor.
