Respuesta :
La creencia en la obligación no sólo política sino también moral de votar es uno de los vicios de la democracia a la europea. Impide la autoselección de los votantes en función de intereses concretos, que actuaría como correctivo sobre los políticos. Estos últimos se verían obligados a tener más en cuenta la opinión pública de unos posibles electores conscientes de sus intereses (entendiéndose la palabra interés en un sentido amplio) y dis- puestos a no votar a quienes, al menos aparentemente no los satisfarían, si existiese la obligación de censarse explícitamente para poder ejercer el derecho de votar. La aceptación del principio de un censo específico para los que desean votar contribuiría a eliminar a quienes dudan, no tienen ideas claras y votan sólo por esa creencia en que se trata de una obligación política y/o moral, lo que les hace más receptivos a las emociones y a las prácticas demagógicas de los políticos. Esta condición de censarse previamente no constituye ciertamente una garantía de la pulcritud ni de la excelencia del voto, pero puede contribuir a mejorar la calidad de los electores. Desde luego mucho más que el ridículo día de «reflexión».El origen del actual sistema tiene, como suele ocurrir tantas veces, una causa intelectual: la confusión entre el hombre libre y el ciudadano.