El río comenzó a crecer hace dos días a eso de la medianoche. Yo, que estaba dormido, me desperté por el estruendo del agua. Me asomé a la ventana, me vestí rápidamente y bajé al salón. Mi padre ya estaba en pie. Vigilaba la crecida desde la puerta. Sin embargo, parecía animado y de buen humor.
-¿Qué pasa, enano?-Me dijo-Vuelve a la cama, ya te aviso si hace falta un hombre.