Respuesta :
Bebiendome la dulce primavera
me sorprendió la tarde junto al río
y pude contemplar a mi albedrío
el idilio del agua y la palmera
Ma zambullí desnudo en la pecera
buscando un corazón igual que el mío,
y no encontré ni un faro ni un navío
que me hiciera señales de bandera
La noche iba saltando por la orilla
y puso en mi cabeza despeinada
el filo verde-azul de su cuchilla
Más cuando ya se ahogaba mi fortuna
quiso el viento mandarle a mi jugada
el blanco salvavidas de la luna
me sorprendió la tarde junto al río
y pude contemplar a mi albedrío
el idilio del agua y la palmera
Ma zambullí desnudo en la pecera
buscando un corazón igual que el mío,
y no encontré ni un faro ni un navío
que me hiciera señales de bandera
La noche iba saltando por la orilla
y puso en mi cabeza despeinada
el filo verde-azul de su cuchilla
Más cuando ya se ahogaba mi fortuna
quiso el viento mandarle a mi jugada
el blanco salvavidas de la luna
Pasatiempo
Cuando éramos niños
los viejos tenían como treinta
un charco era un océano
la muerte lisa y llana
no existía.
Luego cuando muchachos
los viejos eran gente de cuarenta
un estanque un océano
la muerte solamente
una palabra.
Ya cuando nos casamos
los ancianos estaban en cincuenta
un lago era un océano
la muerte era la muerte
de los otros.
Ahora veteranos
ya le dimos alcance a la verdad
el océano es por fin el océano
pero la muerte empieza a ser
la nuestra.
Mario Benedetti.
Cuando éramos niños
los viejos tenían como treinta
un charco era un océano
la muerte lisa y llana
no existía.
Luego cuando muchachos
los viejos eran gente de cuarenta
un estanque un océano
la muerte solamente
una palabra.
Ya cuando nos casamos
los ancianos estaban en cincuenta
un lago era un océano
la muerte era la muerte
de los otros.
Ahora veteranos
ya le dimos alcance a la verdad
el océano es por fin el océano
pero la muerte empieza a ser
la nuestra.
Mario Benedetti.