Las dunas son formaciones muy frágiles. El arranque de la vegetación
existente en la misma pone la arena a disposición del viento, lo que
inevitablemente destruye la duna.
Las plantas que viven en este lado de la duna, cara al mar, sufren mucho por las inclemencias del tiempo.
Toda la vegetación y fauna dunar soportan unas condiciones extremas y
llevan una vida muy difícil. Les ha costado muchos años de evolución el
adaptarse a una forma de vida muy dura, casi desértica, con fuerte
insolación durante el día, retención difucultosa del agua y constante
viento salino que golpea los finos granos de arena contra su piel o sus
hojas.