La diferencia fundamental está en cómo se ponen en contacto con el suelo. En el caso de la arena, la superficie de contacto ha de ser lo mayor posible para que la presión del vehículo le permita deslizar sobre la arena en lugar de hundirse en ella, a la vez que la fricción debe ser mínima para evitar que la arena se deslice bajo el vehículo. En el caso del hielo, la superficie de contacto ha de presentar un rozamiento óptimo para que el vehículo pueda traccionar en el hielo. En el caso del asfalto se persigue que la fricción sea la adecuada para traccionar y frenar con eficacia.