¡Pobre barquilla mía
entre peñascos rota
sin velas desvelada
y entre las olas sola!
No decía palabras,
acercaba tan sólo un cuerpo interrogante,
porque ignoraba que el deseo es una pregunta
cuya respuesta no existe,
una hoja cuya rama no existe,
un mundo cuyo cielo no existe.
LUIS CERNUDA
Me gusta que me abraces
como siempre tan fuerte
escuchar esas frases
y a mi lado tenerte.