Respuesta :
Era un hombre de mediana edad, de complexión recia,
buena talla, ancho de espaldas, resuelto de ademanes, firme de andadura, basto
de facciones, de mirar osado y vivo, ligero a pesar de su regular obesidad, y
(dígase de una vez aunque sea prematuro) excelente persona por doquiera
que se le mirara. Vestía el traje propio de los señores acomodados
que viajan en verano, con el redondo sombrerete, que debe a su fealdad el nombre
de hongo, gemelos de campo pendientes de una correa, y grueso bastón que,
entre paso y paso, le servía para apalear las zarzas cuando extendían
sus ramas llenas de afiladas uñas para atraparle
la ropa.