Respuesta :
Era una tarde calurosa del mes de agosto. Los chorros de oro derretido se resbalaban sobre los arabescos de los palacios señoriales y los cimborrios de los conventos y monasterios de Madrid.
-Gracias, hermana -respondió agradecida-. Lo que me pasa es que la emoción de mi alma me ha hecho flaquear. Han de saber que he tenido una visión maravillosa: ¡Jesús de la Merced es la imagen más perfecta de Cristo! Oigan mi historia. Y con voz tenue, les relató su visión milagrosa.
-Gracias, hermana -respondió agradecida-. Lo que me pasa es que la emoción de mi alma me ha hecho flaquear. Han de saber que he tenido una visión maravillosa: ¡Jesús de la Merced es la imagen más perfecta de Cristo! Oigan mi historia. Y con voz tenue, les relató su visión milagrosa.