Según el relato canónico, extraído de los evangelios, María, era una doncella hebrea que provenía del linaje escogido para que de él naciera el Mesías, pero además, era una mujer piadosa, cuya fe y castidad le hicieron apta para recibir del Espíritu Santo la dicha de la inmaculada concepción.
En cuanto a José, al atravesar la prueba de saberse padre, sin haber tenido injerencia en ello, y aceptarlo de buen grado, se hizo digno del mérito de conformar, junto con María la Sagrada Familia, receptáculo del poder infinito de Dios, a través del hijo, dios encarnado.