La Primera Revolución Industrial se inició en torno a 1780 en pequeños núcleos dentro de países europeos, pero el modelo por excelencia es Gran Bretaña. De lo primero que debemos hablar es de la revolución agrícola. En Gran Bretaña en esta época cambió el sistema de cultivo (Norlfolk), de rotación cuatrienal en la que desaparece el barbecho al utilizar las plantas leguminosas. Tras la ley de Cercamientos, se cercan los campos y aumentan las grandes propiedades desapareciendo las propiedades comunales. Esto lleva a un aumento de la producción, lo que implica una mejora en la alimentación. A partir de aquí, se pasa del ciclo demográfico antiguo al moderno, gracias también a las mejoras en la higiene, las vacunas, la desaparición de la peste negra, etc… Las consecuencias fueron el aumento de la demanda y de la mano de obra, lo que nos lleva a la revolución de la industria. En la industria textil, el algodón sustituyó a la lana. Además, se van introduciendo mejoras en el hilado y en el tejido, hasta que por fin aparece el telar mecánico (Cartwright). Las consecuencias fueron una disminución de los costes y un aumento de la producción