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A mediados del siglo XIX, se produjo en Perú una serie de debates ideológicos entre liberales y conservadores, como parte del proceso de recomposición social que se vivía en el país sudamericano.
Los liberales defendían los principios de soberanía popular, igualdad ante la ley, la separación de la Iglesia y el Estado, la descentralización administrativa, la ampliación del derecho al voto y la subordinación del ejército al poder civil.
Los conservadores por el contrario defendían un Estado autoritario, Clerical y centralizado donde la participación de las clases populares fuese lo más limitada posible. Haciendo especial énfasis en la preservación del orden y la Unidad por Medio del Estado.
Este segundo debate se trató principalmente la escena parlamentaria, lugar en donde estaban representadas las minorías sociales, formando así una élite sin lazos con las mayorías establecidas.
