Respuesta :
En un bosque al pie de una montaña muy escarpada, vivía un hombre de barba muy larga, tan larga y tan tupida, que sus labios desaparecían en la madeja de pelos que ocultaban su boca.
Un día una garza se posó sobre el pozo del que este hombre sacaba el agua todos los días, esperando que llegara. Cuando hubo llegado, le pidió con mucha cortesía que le dispensara un poco de agua de la que tomara.
El hombre no se opuso y le brindó en un pequeño cuenco un poco del agua que extrajo. La garza agradecida le cortó la barba con su pico y quedó tan reluciente que fue de inmediato al pueblo a exhibir sus labios, que por primera vez en mucho tiempo, podían verse.
Un día una garza se posó sobre el pozo del que este hombre sacaba el agua todos los días, esperando que llegara. Cuando hubo llegado, le pidió con mucha cortesía que le dispensara un poco de agua de la que tomara.
El hombre no se opuso y le brindó en un pequeño cuenco un poco del agua que extrajo. La garza agradecida le cortó la barba con su pico y quedó tan reluciente que fue de inmediato al pueblo a exhibir sus labios, que por primera vez en mucho tiempo, podían verse.