Porque sus tropas le eran muy leales. La inmensa mayoría de la soldadesca y los mandos franceses tenían claro que el Emperador regresaría para mayor gloria de Francia. El rey que lo sustituyó estaba más dedicado a sus risas, fiestas y veleidades que a las necesidades del pueblo y, aunque lo avisaron varias veces, nunca creyó que Napoleón pudiera volver a por el poder.