Esta leyenda nació en Coyoacán, cuando la Gran Tenochtitlán se tiñó de sangre y de cadáveres al ser derrotada por los conquistadores. Al encontrarlos muertos, las madres que perdían a sus hijos enloquecían de dolor. La versión más conocida es que La Llorona fue una mujer que ahorcó a sus hijos y los arrojó a un río. Sus vecinos, al darse cuenta de semejante infamia, la colgaron. Desde entonces su alma pena por los canales y ríos y los llama con la esperanza de encontrarlos, con su famoso penar: "¡Ay mis hijos ... ay mis hijos!". Algunas personas de los barrios de Coyoacán y Xochimilco dicen que la han visto pasar en la madrugada por las calles o remar en una chalupa.