Respuesta :
“Somos una civilización de soledades que se encuentran y desencuentran continuamente sin reconocerse. Ese es nuestro drama, un mundo organizado para el desvínculo, donde el otro es siempre una amenaza y nunca una promesa”, dice Galeano, para quien el prójimo se ha convertido, acaso sin nosotros quererlo, en una especie de enemigo al cual, sin embargo, es necesario y urgente acercarse.
El escritor uruguayo ahondó sobre ese comportamiento acrítico que parece dominar a la mayoría de la población en el mundo, por el cual situaciones como la guerra, el miedo o la violencia nos parecen totalmente normales, siendo que, en sentido estricto, no deberían suceder.
Sanchís pregunta frontalmente: “¿Somos un gran rebaño de borregos?”, a lo cual Galeano responde, no sin cierto animo esperanzador: “Por todos lados aparecen símbolos asombrosos de resistencia y de vida. Lo mejor que tiene la vida es la capacidad de sorpresa”.
¿Cómo averiguar si uno está vivo o es un muerto viviente?
Habrá que preguntarse hasta qué punto soy capaz de amar y de elegir entre la dignidad y la indignidad, de decir no, de desobedecer. Capaz de caminar con tus propias piernas, pensar con tu propia cabeza y sentir con el propio corazón en lugar de resignarte a pensar lo que te dicen.
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¿Qué faceta humana nos destruye?
El conformismo, la aceptación de la realidad como un destino y no como un desafío que nos invita al cambio, a resistir, a rebelarnos, a imaginar en lugar de vivir el futuro como una penitencia inevitable.
En cuanto a la libertad, un asunto siempre difícil de definir en su dimensión práctica, Galeano dice:
Los desafíos que uno enfrenta cada día son los que te abren una rendija para elegir entre la dignidad y la obediencia. Libre es el que es capaz todavía de elegir la defensa de su dignidad en un mundo donde, quieras o no, en algún momento tendrás que tomar partido entre los indignos y los indignados.